El líder que ostenta este estilo dedica muchos recursos y tiempo a recoger las ideas de todos los miembros de su equipo y a construir confianza a base de asegurarse de que todo el equipo tiene claro el objetivo, lo comprende, lo comparte y lo acepta.

Las reglas para un líder democrático son la confianza, el respeto y el compromiso. El líder democrático construye flexibilidad y responsabilidad al dejar que sus colaboradores tengan voz en las decisiones que afectan a sus objetivos y en la forma de hacer su trabajo. Además, al escuchar con atención las preocupaciones de sus colaboradores, el líder democrático aprende cómo mantener la moral alta. Finalmente, como todo el mundo tiene voz al establecer los objetivos y se fijaron los criterios para evaluar el éxito, la gente que trabaja en un sistema según un modelo democrático tiende a ser muy realista acerca de lo que se puede o no se puede conseguir.

Sin embargo, el estilo democrático tiene sus implicaciones negativas y por eso, su impacto en el clima no es tan alto como el de otros estilos. Una de sus consecuencias más exasperantes puede ser el tiempo que requiere llegar al consenso a través de reuniones interminables en las que las ideas son discutidas una y otra vez. En muchas ocasiones estas reuniones no alcanzar el consenso y sólo terminan con el acuerdo de mantener una nueva reunión. Algunos líderes democráticos utilizan este estilo a la hora de tomar ciertas decisiones cruciales, esperando que tratar una y otra vez los temas llevará a descubrir perspectivas ocultas que no quiere que se le escapen. En realidad, esta situación provoca muchas veces confusión y percepción de falta de liderazgo. Este enfoque puede llevar en ocasiones al conflicto.

En qué contextos funciona bien el estilo democrático.

Este enfoque es ideal cuando el propio líder no tiene claro hacia dónde o en qué dirección debe caminar y necesita tomar ideas de los miembros más hábiles de su equipo. Incluso cuando un líder tiene una visión fuerte y clara, el estilo democrático funciona bien para generar nuevas ideas acerca de la forma de ejecutar esa visión.

También se muestra como un estilo eficaz cuando las diferencias de nivel y responsabilidad entre todos los miembros del equipo, incluido el líder, no son muy grandes. Cuando se dirige a un grupo de pares altamente cualificados en una materia muy especializada o en un proceso muy complejo, un líder democrático puede ejercer una labor excelente al escuchar todas las voces y facilitar el consenso para definir cuáles son las metas y los caminos para alcanzarlas.

Cuando las cosas no vayan bien el estilo democrático facilitará la corresponsabilidad a partir del análisis realista de la situación.

En qué contextos no funciona bien el estilo democrático.

El estilo democrático, desde luego, tiene mucho menos sentido cuando se trata de dirigir a un equipo de empleados que no son muy competentes o no cuentan con información suficiente para poder aportar ideas constructivas. No es necesario insistir en que construir el consenso en tiempos de profunda crisis puede ser una mala decisión.